La aventura de buscar una rareza botánica aún es posible en nuestro siglo.
Un grupo de científicos persigue una especie recolectada en África en 1954 y que no se ha vuelto a encontrar.
Los dragoncillos son plantas del emblemático género Antirrhinum. Algunas especies tienen una ecología muy especial y viven sobre paredes rocosas, otras en cambio se encuentran sobre sustratos pedregosos y removidos, con frecuencia al borde de caminos. Tienen flores muy llamativas y productoras de néctar que son visitadas y polinizadas por abejas a lo largo del día. El género está formado por 25 especies que se distribuyen mayoritariamente por el mediterráneo occidental, siendo la Península Ibérica su principal centro de diversificación. Muchas especies del grupo están amenazadas según las categorías UICN.
En 1954, un entomólogo alemán afincado en Barcelona, el Dr. Werner Marten, recolectó una rara especie de Antirrhinum en el Norte de África mientras participaba en una expedición de recolección de mariposas en las montañas del Rif marroquí. Aunque era un gran especialista en lepidópteros del género Zygaena en la Península Ibérica, también era director del Jardín Botánico Marimurtra, en Blanes, y mostraba mucho interés por especies de flora.
Marten le entregó una muestra de esta planta a su amigo el botánico Font Quer, quién describió esta especie un año después como Antirrhinum valentinum subsp. martenii (actualmente reconocida como A. martenii). Desde entonces esta región ha sido visitada por los científicos en diversas campañas botánicas pero la especie no ha vuelto a encontrarse, con el añadido de que A. martenii es la única especie del género Antirrhinum de la que no se conocen las poblaciones naturales.
Entre el año 2009 y 2012, hemos realizado tres expediciones científicas de exploración del territorio para tratar de localizar A. martenii, estando la última financiada incluso por el príncipe heredero de Abu Dabi. Hemos buscado la especie en el lugar donde se encontró por primera y última vez, pero también en las áreas colindantes, así como en zonas más distantes al lugar original pero caracterizadas por poseer un hábitat potencialmente apropiado para la especie (en base a la semejanza con el hábitat predominante en la localidad original).
Hasta el momento no ha habido suerte y los esfuerzos de muestreo no han dado resultados positivos, la especie no se ha detectado en los lugares explorados. Las características de la especie, la inaccesibilidad del hábitat, y la amplitud del territorio original aconsejan intensificar el esfuerzo de exploración, así que nos planteamos repetir una cuarta expedición el próximo año.
Quizá este año 2013 haya más fortuna y demos con el éxito al cuarto intento de muestreo. Para no dejar esto solo al amparo de la suerte y de las leyes probabilísticas, actualmente se está revisando en profundidad el material de los archivos históricos que pudiera arrojar información sobre la especie y la expedición en la que se descubrió. Además, pronto se iniciará una caracterización morfológica y genética de la especie para descartar una incorrecta identificación. Con todo, sigue vivo en nosotros ese espíritu que impregna la aventura de arañar la historia para intentar situar algo suyo, directamente, ante nuestros ojos.