Historia del Yelcho

Yelcho es el nombre de un barco Chileno.

En 1914 una expedición antártica capitaneada por Ernest Shackleton intentó realizar la última travesía antártica (cruzarla de una punta a otra). Para ello era necesario llegar lo más lejos posible antes de que los bloques de hielo hicieran imposible la navegación. Dado que contó con el apoyo del gobierno británico, su barco, el Endurance (que significa resistencia), fue construido a prueba de hielo. Sin embargo, pronto quedaría atrapado y destruido por los bloques del mar de Weddell. Ahí comenzó una travesía de dos años con la tripulación a la deriva, sobreviviendo aferrada a las barcazas de emergencia e intentando buscar la paz en los terrenos gélidos. Fue el propio Shackleton, junto con una pequeña tripulación quién consiguió con una de esas barcazas, realizar una travesía de más de 36 horas, que aún hoy sigue resultando inverosímil, hasta la estación ballenera de Grytviken.

Aunque la auténtica odisea acababa de empezar. A su llegada quiso organizar el rescate del resto de la tripulación. El gobierno británico, inmerso ya en la primera guerra Mundial se negó a apoyarle en el rescate de sus compañeros, que seguían a la deriva entre los inmensos bloques de hielo. El propio Shackleton intentó el milagro hasta en 3 ocasiones, sin éxito.

Cuando las esperanzas se desvanecían, la armada chilena le informó de la disponibilidad de un pequeño barco y de su hábil capitán, Luis Pardo Villalón. La Yelcho, construida como remolcador, no era un barco apto para la navegación antártica, aunque no había otra alternativa. Sin saber como, llegaron hasta su destino. No se perdió ni una sola vida.

Esta historia ha sido reproducida en cientos de libros y documentales, haciendo crecer la leyenda de Shackleton. El Endurance ha sido objeto de culto durante todos estos años, así como la gestión del propio Shackleton durante el tiempo que duró la aventura.

Sin embargo y paradójicamente poca gente se ha fijado nunca en la Yelcho. Nadie ha oído nunca hablar de cómo se salvaron y gracias a quién, pero lo hicieron.

Con ese espíritu e inspiración nació la otra Yelcho, nuestra Fundación. No es importante que recordéis nuestro nombre, pues nosotros no somos un fin, sino una herramienta. Lo importante es que trabajamos en beneficio de los animales y el medioambiente y no importa que nadie nos recuerde si conseguimos el objetivo.